
La temporada se ha adelantado en el norte de Mallorca. El Vicenç de la Mar, el hotel boutique que el grupo NYBAU abrió en Cala Sant Vicenç en 2022, ha vuelto a abrir sus puertas y lo hace con todo lo que lo ha convertido en un destino en sí mismo: gastronomía local, arquitectura luminosa, naturaleza en calma y una mirada al Mediterráneo que enamora a primera vista.
Ubicado a solo 7 km de Pollença y rodeado por las aguas cristalinas de Cala Molins, El Vicenç es ese lugar donde el tiempo se diluye. Donde el lujo es sinónimo de silencio, de paisajes bien enmarcados y de una cocina honesta que no necesita grandes artificios.



Dos restaurantes para visitar (duermas o no en el hotel)
En la planta baja, U Mayol propone mediodías de bistró marinero con platos que saben a brasa y a costa mallorquina: arroz negro con chipirones crujientes, rossejat de fideos con sepia y alcachofas, pulpito de roca o pluma ibérica con chimichurri. El Mediterráneo, en su versión más sabrosa y sin prisa.
La cocina conquista, sí, pero también lo hace el equipo de sala, cercano, atento, capaz de sacarle una sonrisa a cualquier comensal. No es raro que U Mayol se llene de visitantes que no están alojados en el hotel: mallorquines, excursionistas y viajeros que llegan expresamente por la calidad de su carta. Y quienes conocen el lugar suelen volver, entre otras cosas, por su pastel de queso, suave, templado, con el punto justo de cremosidad.
Por la noche, la cuarta planta se ilumina con la propuesta de U Vicenç, un restaurante a la carta donde el chef Santi Taura despliega una narrativa gastronómica de ocho pasos que conecta con la memoria y la tierra. Croquetas de pescado con verduras al estilo ‘Sa Padrina’, lechona de porc negre con patató glaseado o frutas de temporada con queso mahonés. Producto, oficio y raíces.


Spa, cine y mucho relax
El hotel se completa con un spa de inspiración mediterránea, decorado con divertidas fotografías de deportistas de otras épocas practicando malabares y estiramientos al más puro estilo cine mudo. También cuenta con un cine privado, pensado para momentos de evasión, cuyas butacas llevan el nombre de actrices y actores del panorama español.
En la azotea, con piscina infinita, aguardan cócteles de autor y vistas abiertas al Cavall Bernat. Para los amantes del ciclismo, el bike center ofrece rutas adaptadas a todos los niveles, fruta fresca, taller y asistencia. Y para quienes prefieren simplemente contemplar, hay rincones que parecen diseñados para parar el mundo.
Porque sí: Mallorca siempre invita a volver. Y ahora, aún más..