
En el Passeig de Sant Joan 56, lo que parece un simple recibidor compartido con Parking Pizza se convierte en un refugio cálido y cercano. Parking Pita juega con la sencillez y la modernidad: algunas mesas largas para compartir, taburetes con escondite para chaquetas y bolsos, una iluminación que acompaña a cualquier hora y un ambiente sin cita donde todo fluye con naturalidad.
El resultado: un rincón pensado para disfrutar con un almuerzo exprés con carácter, una cena improvisada entre semana o un plan saludable sin dramas. Aquí no hay fórmulas rebuscadas ni artificios, solo la frescura de recetas con intención y un servicio que te hace sentir en casa. Perfecto para una primera cita sin presión, para ponerte al día con amigos o para refugiarte en alguna mesa apartada —la mejor, sin duda, es la que da a la cocina abierta—. Con hortalizas y frutas decorando el espacio como si fueran piezas de arte, Parking Pita transmite calma y, por un rato, parece que te transporta a otra ciudad.
Novedades de temporada
Cuando la ciudad arranca tras el verano, Parking Pita responde con pólvora fresca. Aquí la rutina no existe. Llegan dos pitas nuevas y una batería de entrantes imposibles de ignorar. Está la raita de pepino, tomate y manzana verde con yogur, que refresca como un chapuzón inesperado. La coliflor rallada con orejones, nueces y anacardos es sorprendente, capaz de hacerte replantear todo lo que creías sobre las verduras. El puerro al carbón con dukkah de avellanas es imperdible, un bocado que juega entre lo ahumado y lo untuoso.



El pulled pork con siete especias es pura diversión: cada uno se arma su pita al gusto, eligiendo entre salsas, encurtidos y hierbas frescas, como un juego sin reglas. Y el pastel frío inspirado en Ottolenghi, con queso crema, yogur, chocolate blanco, miel y tomillo fresco, es un final de altura: ligero en boca, profundo en memoria. No es un postre más, sino un guiño a la cocina del chef que convirtió lo vegetal en tendencia mundial, un recordatorio de que la repostería también puede ser sofisticada y fresca.
Y, si aún queda sitio, siempre puedes acabar el festín con los típicos dulces árabes de pistacho y miel, servidos en una gran bandeja que brilla en cada mesa como un tesoro de azúcar.
Reyes de las especias
El sello de Parking Pita está en las especias y condimentos de Oriente Medio, elegidos con mimo y combinados con frescura. Así, cada plato encuentra ese equilibrio perfecto entre lo familiar y lo inesperado. La ensalada de remolacha by Chloé Sucrée lo confirma: remolacha asada, nectarina, aguacate, feta, chimichurri de menta, pistachos y lima. Tan colorida como sabrosa, tan natural como instagrameable.
Y al final, eso es Parking Pita: un lugar independiente, con personalidad propia, que conquista sin necesidad de grandes artificios. Su público lo sabe: aquí la pita es la excusa, pero lo que engancha es la atmósfera, la sorpresa constante y esa calidez poco común en Barcelona. Un sitio al que siempre quieres volver, ya sea con pareja, con amigos o solo, para dejarte sorprender una vez más.


