Tras la modesta apariencia de su carta, en Tramendu se percibe la excelencia culinaria. Esta masía urbana, inaugurada hace apenas unos meses, celebra la tradición catalana apostando por el producto. Al indagar sobre los ingredientes, se revela la pasión del equipo capitaneado por Jordi Marzo (ex Roca Moo, Petit Comité). Su enfoque en el sabor, sin adornos innecesarios, demuestra su compromiso con la calidad.
“De pequeño me decían que era tremendo”, señala Marzo. “Pero hay otra razón para el nombre del proyecto. En el primer local que abrimos, la vermutería Tramendu, apostamos por las recetas del domingo de nuestra madre: albóndigas con sipia, fricandó, calamar relleno…. ¡Unas recetas que estaban tremendas!”. Hoy en día, el chef dirige tres locales distintos: la vermutería original, un restaurante más gastronómico (Tramendu Encenem els Fogons) y la brasería que nos ocupa hoy. “Son locales pequeños, pero con un enfoque claro las cosas ben hechas”, destaca.
Simpleza y buen producto
La carta de Tramendu Braseria se divide en entrantes y primeros, con una docena de opciones en cada sección. El imperdible pan de payés del Forn La Llibreria a la brasa abre el apetito para degustar clásicos como la esqueixada, la xatonada, la escalivada y los caracoles “a la llauna”. Estas recetas mantienen la tradición con respeto y sutiles toques contemporáneos.
Entre los platos principales, la contundencia es la norma. La parpatana de atún, acompañada de cogollos aliñados con limón, es un ejemplo perfecto. El bacalao se presenta a la llauna y a la brasa, junto con carnes como las manitas de cerdo, el solomillo, las carrilleras, los entrecots y las caretas de cerdo, que confían en productores como Cal Rovira.
El poder de la brasa
En este ambiente de tonos verdes y espíritu familiar, la brasa abierta impregna el lugar con su inconfundible aroma. Dominarla no es tarea sencilla, ya que se necesita lograr un tostado uniforme. Como explica el chef, “son detalles que el cliente percibe sin darse cuenta” y que trasmiten el cuidado y el mimo en cada plato. Aunque los comensales quizás no se detengan en ellos, estos pequeños gestos marcan la diferencia.
Y todavía hay más carta para explorar. Los amantes de las salsas no pueden resistirse al romesco y el alioli, ni a acompañar los platos con patatas al caliu, pimientos del piquillo o alubias del ganxet. Para el postre, la tradición se hace presente con la crema catalana, el mel i mató y el barcelonísimo pijama. Además, hay propuestas fuera de carta, como el menjar blanc, que nos transportan al pasado desde el futuro.
Hay que apuntar que Marzo ha anticipado con éxito una tendencia en auge: el retorno a las raíces culinarias locales, desafiando la predominancia de ceviches, tartares y empanadas en la ciudad. Además, ha revitalizado la oferta culinaria de todo un barrio (Sants tocando con L’Hospitalet), demostrando que hay vida gastronómica más allá del Eixample. Una lucha admirable (¡y tremenda!) en un panorama donde pocos restaurantes priorizan esta tradición.