Atención a la frase favorita del Dr. Lumsden, Director de Creación de Whisky de Glenmorangie: “¿Y si…?”. Esto refleja el constante deseo de la marca de desafiar lo convencional y explorar nuevas fronteras en la creación de una bebida ancestral. Y es que, inspirados por el mundo que los rodea, convierten cualquier detalle que les llame la atención en un whisky, ya sea un atardecer (Glenmorangie Lasanta), un espresso (Glenmorangie Signet) o la calidez de un día de otoño (Glenmorangie 18 Years Old). Y así lo han explicado esta semana en la cata organizada en el acogedor Punch Room de The Barcelona Edition.
Maestros en las alturas
Durante más de 175 años, Glenmorangie ha estado perfeccionando sus whiskies single malt desde las profundidades de las Highlands de Escocia. La historia del proyecto se remonta a 1843, cuando el granjero William Matheson y su esposa Anne decidieron convertir sus sueños en realidad al establecer una destilería que priorizaba la altitud en el proceso de destilación. A partir de ingredientes simples como agua, madera, levadura y cebada, lograron crear un whisky afrutado utilizando alambiques altos, apodados “jirafas”, que realzan el sabor y el aroma.
Los wiskis que no te puedes perder, por orden
Entre nuestros wiskis favoritos, destaca el Glenmorangie Néctar d’Or, que ofrece una experiencia sensorial que nos transporta a una pastelería francesa. Madurado durante 16 años en barricas de bourbon y vino blanco dulce, ofrece una sinfonía de sabores: chocolate blanco mezclado con crema de limón, crema de caramelo con toques de coco, croissants de almendra con jengibre y miel… Perfecto para maridar con un postre.
También nos encanta el vibrante y floral Glenmorangie Grand Vintage Malt 1997, con un corazón envejecido en barricas de vino tinto Château Montrose, una rareza de Saint-Estèphe en Burdeos. Este single malt presenta tonos ocres y una sorprendente fragancia, repleta de complejidad frutal. Con delicadas notas de rosa, jazmín y clavel que se entrelazan con toffee de menta y matices confitados, su final es largo y rico, con un toque final azucarado.
Tampoco hay que olvidar Glenmorangie The Original, el pilar fundamental de la destilería. Lanzado hace más de un siglo y envejecido durante diez años, se caracteriza por la dulzura de la naranja y la miel, la suavidad de la vainilla y las notas frutales del durazno. Por último, Glenmorangie 18 Years Old, con sus notas de mermelada, miel e higos, y el Glenmorangie Signet, cuya fusión de ingredientes impactantes le valió el premio Whisky del Año en la International Whisky Competition, completan este quinteto de wiskis imprescindibles. ¿Y si los probáramos todos? 🙂