En la modernista entrada de este local, un barman crea una gran gran bola rosa y etérea encima de uno de los cócteles. Los teléfonos salen rápidamente de los bolsos para inmortalizar un momento que da muchas pistas sobre el espíritu de este restaurante de Enrique Granados. Como si de una fiesta parisina de los años veinte se tratara, los comensales se visten de lentejuelas, se ahúman los ojos y se disponen a pasar una gran noche.
El restaurante Jacqueline propone diversas experiencias en un mismo lugar. La suya es una multipropuesta gastronómica que se vive en ambientes bien distintos, que incluyen una sala central con una carta mediterránea, un Dinner Club con música en vivo, una barra de omakase para solo seis personas -tan escondida que solo lo más aventureros podrán encontrar- y un champagne bar a cargo del finalista de la World Class by Diageo, Sergio Pardo.
El proyecto, ideado por el joven empresario Toni Cano y el grupo de arquitectura y diseño Rockwell, innova constantemente en propuestas y planes. Lo último, por ejemplo, es un brunch de fin de semana que enamora al mismo público internacional que lo visita por la noche. En el interiorismo, además, se esconden mil y una anécdotas que explican el origen de los tapices, las lámparas y muchos otros elementos decorativos que generan un ambiente sofisticado.
Mediterráneamente viajera
El chef Dani Padró ha ideado una carta perfecta para compartir que defiende un espíritu viajero con ingredientes sofisticados. Así, las ostras de Normandía o el caviar Oscietra acompañan entrantes que veneran el pescado y carnes bien contundentes. Entre los primeros, destaca el ceviche de corvina, el carpaccio de wagyu y el tartar de gamba roja, clásicos modernos con un gran punch de sabor.
Entre los principales, el solomillo de vaca vieja es una de las estrellas de la casa, seguida de cerca del cochinillo confitado, los cubos de atún fresco de la Almadraba o el rodaballo asado. En los postres, la tarta de queso artesanal compite con el tiramisú y la torre de fresas con nata y oro, una receta que vuelve a remarcar la importancia de los detalles lujosos.