El papel de la abeja en la polinización de árboles y plantas contribuye a una mejora en la calidad y cantidad de sus frutos. Por esta razón, algunos productores de manzanas han decidido aliarse con apicultores y garantizar cosechas rentables y adaptadas a las exigencias del mercado.
“La presencia de abejas domésticas y silvestres aumenta los rendimientos de los huertos de cultivo e influye favorablemente en el peso, la forma, el número de semillas y en la calidad global de las manzanas. La vida de una flor varía entre dos y diez días, por lo que el periodo de polinización es muy corto. Es aquí cuando los insectos polinizadores, especialmente las abejas, juegan un papel fundamental para fecundar las flores y permitir que se conviertan en manzanas”, explica Joan Serentill, uno de los principales productores de manzana de la variedad Cripps, comercializada bajo la marca Pink Lady; vicepresidente de Fepex (Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas vivas) y director gerente de Fruilar (sociedad agraria de transformación, productora y comercializadora de fruta). Una afirmación que se ha convertido en el argumento que esgrimen los productores para trabajar con apicultores e introducir abejas en los huertos cuando se considera necesario. “Incluso hemos creado un programa de formación, Bee Pink, dirigido a todos los productores de Pink Lady para asegurar las buenas prácticas y la protección de los insectos polinizadores. Es un trabajo riguroso”, apunta Serentill.
Según la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, el 75% de los vegetales que consumimos depende de la polinización.
La abeja suele viajar unos 2-3 km de su colmena y se mantienen fieles a la primera flor que polinizan. “Es un proceso que no podemos robotizar como algunos otros que desarrollamos en el campo. En China hubo una época en la que una de sus regiones se quedó sin abejas, la solución fue la contratación de cientos de personas que realizaron el proceso de polinización a mano, con un pincel, flor a flor. Aquí esto sería impensable”, explica Joan.
En España, las abejas más comunes son la Apis mellifera, la abeja doméstica habitual elaboradora de miel, y la Osmia cornuta, una especie silvestre que se conoce como abeja albañil u osmia. Además de abejas, existen otros insectos que ayudan al proceso de polinización como los abejorros o los sírfidos, cuyas larvas se alimentan de pulgones o avispas, “plagas dañinas”, afirma el programa Bee Pink.
Para conseguir que las abejas realicen su rutinas se les aseguran unas condiciones determinadas. Se construyen “nidos” específicos, se siembran bandas de vegetación o flores melíferas, se crean puntos de agua y se evitan los químicos que puedan perjudicar a estos insectos. “No podemos utilizar según qué productos ni antes, ni durante ni después de la polinización”, explica Serendipill.
La recolección de esta manzana es en noviembre. El 77% de su producción se destina al mercado tradicional y el 23% restante a segundas marcas, pastelería, compotas o zumos.
Cultivar una hectárea de Pink Lady supone de 55.000 a 60.000 euros de inversión, por ello muchos productores optan por otras variedades. Actualmente, en España existen unas 400 hectáreas, 200 en Girona y 200 en Lleida, en las que trabajan 70 productores. En Europa, son unas 5.000 ha repartidas entre España, Francia e Italia, únicos países donde se cultiva. “Fue la primera manzana en venderse con marca”, afirma el vicepresidente de Fepex.
Retos que ponen en peligro el futuro
Una de las preocupaciones del sector primario es la sequía y el cambio climático. “Estamos trabajando en variedades más resistentes, aunque la Pink Lady como es originaria de Australia está acostumbrada al calor y ofrece ciertas garantías”, confiesa el director gerente de Fruilar.
La lucha contra la sequía se combate a través de la gestion del agua con el método de riego por goteo, la apertura de nuevos pozos o lo que se llama riego deficitario. “Tenemos un sistema de fotografía por satélite que nos indica el estado hídrico de cada árbol. En general, cuanta más agua recibe una planta o árbol, más vegetación desarrolla. Nosotros no es lo que buscamos en nuestros cultivos, así que dosificamos el agua para que todo se concentre en el fruto”, puntualiza. El clareo, proceso por el que se podan algunos frutos y hojas, es otro de los métodos para conseguirlo. “Todo esto es lo que se llama Agricultura 4.0. Aprovechamos todos los datos a nuestro alcance para utilizarnos a nuestro favor”, completa el productor.
Trabajar el cultivo de variedades específicas signfica que cualquier cambio observado en una de las plantas o árboles (alguna alteración en el fruto o desarrollo de ramas) debe ser comunicado. “Es una manera de controlar que la variedad mantiene sus cualidades y no evoluciona hacia otra tipología”, señala Joan.
Una de las características de este tipo de manzanas es que no se enceran. “En Estados Unidos o Israel, gustan mucho las frutas muy brillantes y se le añade una cera para conseguir ese brillo. Por eso mismo, mucha gente pela la manzana. Nosotros no la añadimos porque, precisamente, pensamos que la piel tiene mucho que ver en el sabor de la fruta”, explica Serentill.
Preguntamos cómo afecta la tendencia actual hacia lo ecológico en el cultivo de estas manzanas. “Ciertamente, cuando más productos se retiran del mercado para combatir plagas, más difícil es acabar con ellas. Por ahora trabajamos en varias líneas, pero utilizamos la confusión sexual, sobre todo en la mosca mediterránea”. Actualmente, un 2% de la producción es ecológica, el resto se compromete “de forma contractual” en la producción integrada. Por otro lado, Joan explica que, aunque en España la producción ecológica está en expansión, en Francia está estancada, “porque no pueden competir con las normas del mercado tradicional”. Como alternativa, destaca que poseen el Smeta, un certificado de responsabilidad social y ambiental diseñado para “proteger a los trabajadores de condiciones inseguras, exceso de trabajo, discriminación, bajos salarios y trabajo forzoso”.
En cuanto a la burocracia, uno de los obstáculos para el sector primario, reconoce que es excesiva. “Hay información que se duplica o quintuplica cuando son datos que ya poseen informatizados y suponen una carga extra de trabajo para el agricultor. Estos procesos deberían agilizarse o gestionarse mejor para aligerar la rutina del trabajador. En nuestro caso, tenemos once auditorías al año de Seguridad Alimentaria, así que tenemos toda la información al día”, dice Joan.
La Pink Lady la podemos encontrar en la alta gastronomía, cocineros como Joaquín Felipe, Pepe Solla o Jordi Roca la han utilizado en sus elaboraciones. También los bartenders Diego Cabrera, Miguel Pérez o Nagore Arregui. La manzana Pink Lady es de color rosado, aromática y de textura crujiente, nada harinosa.