Imprevisto. Porque uno se sienta y no sabe qué va a tener en el plato.
Imprevisto. Porque no te lo esperas, y sorprende.
Imprevisto. Porque nació de unas circunstancias que nadie pudo prever y ha salido bien. Muy bien.
Casi de Imprevisto.
O no…
Imprevisto son cuatro jóvenes socios internacionales afincados en Barcelona y con un potente recorrido en el mundo de la alta gastronomía:
Isabella Vivarelli – 30 años – De Italia – Formada en hostelería – Es la jefa de sala.
Alberto Jaime León – 39 años – De Ecuador – Es el sumiller.
Luca Pinna – 30 años – De Italia – Es chef.
Raffaele D’Avico – 33 años – De Italia – Es chef.
Tras años aprendiendo y creciendo en sus diferentes ámbitos en distintos establecimientos de todo el mundo, coincidieron en el equipo de sala y cocina en el restaurante Caelis (1 estrella Michelin). Se hicieron amigos y, como quien no quiere la cosa, empezaron a soñar con tener su propio restaurante. Un deseo que se habría podido quedar allí pero… llegó la pandemia del COVID, arrasando entre otros el sector de la restauración a golpe de cierres, restricciones y los ERTE. Fue cuando decidieron empezar a mirar locales y aprovecharon aquella coyuntura con alquileres más asequibles para independizarse profesionalmente. Enamorados del Eixample por su carácter local, dieron con un espacio que les inspiró, lo reformaron y abrieron Imprevisto (Bailén, 104), con opción para 28 comensales (y capacidad para recibir grupos). Isabella recibe a los clientes con su acento cantarín y una enorme sonrisa y se dedica a explicar y presentar los platos, para dar sentido a la experiencia y participar de su encanto. Cercana e informal pero siempre muy cortés, asegura que su misión “es que los comensales se vayan con una sonrisa tras haberse emocionado, disfrutado pero también entendido la historia de cada plato”. Alberto, por su parte, ha construido su bodega con un 80 % de vinos catalanes (todas las DO del territorio están representadas) y el resto de España e Internacionales. En su mayoría, los vinos proceden de pequeños productores, muchos de ellos naturales, ecológicos y/o biodinámicos. Los vinos se sirven con recomendación de maridaje si se solicita, tanto en botella como en copas (cuatro tintos, cuatro blancos, un cava y un champagne). Luca y Raffaele son, por su parte, los maestros de los fogones. Trabajan de forma complementaria, en simbiosis, nutriendo cada receta de sus conocimientos y aportando su particular mirada. Toda una faena porque requiere proeza y mucho valor, ya que tienen un objetivo claro en cada servicio: el de sorprender (gratamente) a los comensales quitándoles su poder decisión. Porque al reservar mesa en Imprevisto el cliente no sabe lo que va a comer, pero sí puede estar seguro de que va a encontrarse platos reconocibles y muy pero que muy buenos.
LA BASE DEL PROYECTO GASTRONÓMICO DE IMPREVISTO ES UNA COCINA MEDITERRÁNEA, DE PRODUCTO, DE PROXIMIDAD Y DE TEMPORADA. ES DECIR, COCINA DE MERCADO, A LA QUE SE TRABAJA RESPETANDO LA MATERIA PRIMA PARA QUE ESTÉ POTENCIADO SU SABOR, PERO CON CREATIVIDAD.
A Imprevisto se viene a jugar. A dejarse llevar. A sorprenderse. A romper con la rutina. No se puede escoger, no hay que pensar. El riesgo es parte del trato así como las emociones, las sensaciones, las conexiones. Los chefs de Imprevisto aseguran hacer “una cocina sencilla, humilde. Es buen producto, bien elaborado. Lo que queremos es que destaque el sabor del producto y que sea respetado. Y, claro, el emplatado final debe ser delicado, sofisticado y apetecible”. En los casi dos años de vida del restaurante, ya han conquistado a una fiel clientela.
Si a mediodía cuentan con una carta corta de platos y platillos para compartir, las estrellas son dos menús degustación (que se pueden solicitar tanto a mediodía como por la noche) de 7 o 10 pasos, según elección del cliente. Cada plato es una sorpresa: porque no sabrás qué vas a comer (¡Imprevisto!) y porque la creatividad, mezclada con un producto de primera, solo pueden alegrar al paladar. Los menús (cuyos platos cambian con el mercado), se pueden adaptar para vegetarianos, gustos especiales o sin gluten y se diseñan según las indicaciones previas del cliente. Platos conocidos pero que, sin embargo, no tienen nada que ver. Hay mucha magia, arte y sabiduría en cada propuesta, desde la selección con conocimiento de cada producto hasta su ejecución y presentación.
Imprevisto, una grata sorpresa.