El barrio de Poble Sec, en Barcelona, cuenta con un nuevo espacio donde sucumbir a la cocina tradicional griega –vinos incluidos- con guiños a la catalana. Margarit, en la calle que le da nombre, permite descubrir especialidades como el skordalia o el tarama de la mano de su chef Stefano Balis.
Margarit es el nuevo proyecto gastronómico del cocinero de origen griego Stefanos Balis. En esta casa, se busca mostrar al comensal la conexión entre la cultura griega y catalana a través de la gastronomía. “Es un trayecto que refleja que ambas raíces son profundas y, a veces, muestran elementos comunes”, explican desde el restaurante.
Stefanos Balis es oriundo de Grecia, y aunque lleva residiendo en Barcelona cerca de una década, no olvida sus raíces, el recetario y los productos de la cocina griega, como las especias. En su papel de embajador de su país, su carta introduce ingredientes, platos y sabores de su tierra de origen en elaboraciones con nombre catalán. “Son propuestas que sorprenden, que proponen sabores nuevos y, en cierto modo, rompedores”, comentan en Margarit.
Balis dejó su antigua profesión, electricista, para embarcarse en su verdadera pasión, la cocina. Se formó en la Hofmann, desarrolló su carrera en restaurantes como Bardot, Pakta, Rilke, el Informal del Hotel Serras (que dirige Marc Gascons) y lideró la cocina del Pizzicato, el restaurante del Palau de la Música.
En esta nueva aventura le acompaña Jordi Fenoll, quien también trabajó en Rilke, después de su paso por Dos Pebrots.
El pan se elabora con masa madre en el Forn Serra, viene acompañado de un queso elaborado por el propio Stefano, un aceite que produce su familia política y olivas kalamata. Eso sí, antes de que se lo acaben, guarden un poco para mojar en la salsa de platos que la llevan. Verán que vale la pena.
En cuanto a la carta de vinos, Margarit nos ofrece la posibilidad de descubrir referencias de pequeños productores y elaborados de bodegas griegas y macedonias. Se ofrece una carta corta, dinámica y representativa con la inclusión de espirituosos inéditos como el Mastika, un licor condimentado que se obtiene de la resina del lentisco, un árbol pequeño típico de la zona de Quíos, que es muy difícil de encontrar en Barcelona porque su producción es escasa.